por Denis Fortun
–¡Oiga, señor…!
Cabrerita me señala con un ligero movimiento de cabeza a la mujer que está gritando a través de una pequeña abertura en el cristal, a la salida de aduanas, en la Terminal E. Sonriendo me le acerco, y del otro lado, por la misma abertura, le pido amablemente que me cuente lo que le sucede, por qué está vociferando de esa forma.
–Ay, señor… es que no sé lo que pasa con mi hijo. Llevo horas esperando a que salga y no lo veo.
–¿Viene de Cuba? –le pregunto sabiendo de antemano la respuesta.
–¡Sí!- me contesta entusiasmada, y luego agrega:– Y para quedarse. Nosotros lo reclamamos… –y me señala a un señor, evidentemente disgustado, que supongo es el esposo.
–Mire, señora –le explico–, el trámite de inmigración, además de riguroso, toma mucho tiempo. No importa de dónde venga. Puede durar hasta siete horas, más cuando su hijo llega para establecerse definitivamente.
–Ay, señor… –me dice desconsolada–, nosotros ya llevamos en esto más de cinco horas… ¿Verdad, viejo?
El “viejo” no articula palabra. Me mira como si les estuviese mintiendo. La señora vuelve a preguntarme:
–¿Y por qué pasa eso?
Apenas si consigo aclarar sus dudas: El “viejo” me interrumpe, gritando casi, en lo que agarra a su mujer por el brazo para separarla del cristal.
–¡Chica, eso pasa donde quiera que vayamos! Siempre estamos jodíos, y nos tratan como a perros…
De la serie Crónicas del Aeropuerto. Publicado un jueves 4 de marzo de 2010 en Cuba Inglesa
2 comentarios
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Hacía tiempo que no leía estas fantásticas crónicas del aeropuerto que, bajo mi humilde punto de vista, «bordas»…, una de mis lecturas favoritas de Cuba Inglesa. Me alegra mucho, pues, haber descubierto este, al menos para mi, nuevo espacio.
Feliz velada. Buenas noches.
Como si hubiese estado ahi…